Los canales de distribución tradicionalmente se integraron en base a un conjunto de empresas: productores, mayoristas, minoristas y prestadores de servicios hasta la llegada de los bienes al consumidor final; cada segmento dentro del canal se comportaba como un eslabón independiente al maximizar los beneficios en forma individual. El esquema organizativo actual ha variado y la tendencia es a comportarse como una estructura unificada, con mayor eficiencia e impacto en el mercado, aunque con diferencias según quien domine la cadena.